Víctor Morales Lezcano
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24.10.18 .- MADRID .- Tengo oído que en los primeros meses de
2019 se iniciarán en el Ateneo de Madrid diferentes actos, encaminados todos a
dar nuevo lustre a la dos veces centenaria institución madrileña; aquella que
nació, precisamente, en 1835, tras los albores del liberalismo y el Trienio
constitucional, para discutir tranquila y
amistosamente cuestiones de legislación, de política, de economía y, en
general, de toda materia que se reconociera de pública utilidad...
Sabido es que en el transcurso de la
trayectoria recorrida por el Ateneo han desfilado señeros episodios nacionales,
de los que Galdós fue devoto narrador, a través de las series noveladas que
contribuyeron a realzar la figura literaria del insigne escritor canario. Desde
entonces ─y, muy en particular, cuando el Ateneo Científico, Literario y
Artístico estrenó nuevo edificio el 31 de enero de 1884─ y hasta la
restauración de las libertades en España entre 1976-1978, todas las
dependencias ateneístas pasaron a ser célebres. Quién no ha oído hablar de su
biblioteca y salón de actos, así como de las tertulias en la Cacharrería, y
encuentros fortuitos de socios y público en sus salas de recreo y pasillos. En
estos escenarios se han ido recogiendo ideas y murmuraciones, proyectos
públicos de diversa índole, amagos de conspiraciones y, sobre todo, la compacta
defensa de las libertades, que tanto ha costado, a propósito, consolidar en
España. No en vano ha quedado en sus cátedras y tribunas la huella del tributo
a la inteligencia legada por figuras como Emilia Pardo Bazán (1851-1921),
Miguel de Unamuno (1864-1936), Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), Madame Curie (1867-1934), et caeteris paribus.
Sin embargo, el Ateneo del madrileño
barrio de las Letras viene sufriendo en los últimos años un desfallecimiento
financiero que no logran contrarrestar las cuotas de sus socios ni las
esporádicas inyecciones económicas que le suministran los poderes públicos.
Como sería, a todas luces, indigno dejar al pairo al Ateneo, observo que dentro de sus murallas se están movilizando animosos proyectos de reactualización, como
los de carácter tecnológico y otros no menos necesitados de aplicar.
En calidad de ateneísta desde la época
de mis estudios en la Universidad Complutense de Madrid hasta estos tiempos provocadores a la par, de aplausos y de
denuestos, quiero sumarme a la inquietud que reina en diferentes círculos del
Ateneo Científico, Literario y Artístico, en lo que a su revitalización
concierne; pero, además, no puedo hacer menos que difundir la expectativa
ilusionada sobre la futura renovación, ojalá que inmediata, de esa casa de las
luces (sita en calle Prado 21); y que, también, ocasionalmente, es sede de un
reñidero (civilizado) de resonancias hispanófonas donde las haya.
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