domingo, 21 de octubre de 2018

RETRATOS: Cecilia de Lassaletta, noble y leal, pintora, profesora interina, entusiasta del Club de Campo


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 "Trijueque", pintura de Cecilia de Lassaletta



Cecilia de Lassaletta, pintora



Julia Sáez-Angulo
  
            22/10/18 .- MADRID .- Le pone de los nervios que escriban su apellido de origen francés o italiano –no recuerdo bien- inadecuadamente y como Dios manda: sin la reduplicación de la “s” y de la “t”.  Su raigambre noble y leal se merece mayor respeto que hacerlo apresuradamente y a la española sin doblar las consonantes. A veces se tiene que resignar, porque no hay manera, todo lo más reduplican una letra, pero olvidan la otra. ¡Uf!, que paciencia.

            De familia jerezana, Cecilia de Lassaletta Estébanez (Madrid, 1952) estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense y desde principios de la década de los 90, su carrera docente y expositiva ha sido imparable en una búsqueda incesante de que se conozca su trabajo en el que cree y por tanto presenta y somete al juicio ajeno.

            Pintora entusiasta, verbosa y explicativa, con mucho empeño por hacer las cosas bien, no deja un solo proyecto sin terminar. Estaba tan entregada a la pintura que su madre le decía que lo dejara todo para dedicarse al arte, pero su orgullo le exigía que tenía que ser autosuficiente, salir adelante en la vida por sí misma, e hizo oposiciones oficiales como profesora de Instituto de Enseñanza Secundaria ante el ministerio de Educación y quedó justo en puertas de la titularidad, por lo que el ministerio contaba sistemáticamente con ella, cada vez que se producía una vacante en el profesorado de su campo artístico. Ha trabajado mucho como profesora interina. Sin que se le cayeran los anillos, Cecilia madrugaba y con su coche utilitario iba a dar clases a Institutos de la sierra madrileña o  a Toledo. Agotador, pero estimulante. Nunca le faltó trabajo docente. A los alumnos los sabía poner en su sitio. Buena es ella.

         “Cuanto terminé Bellas Artes me diseñé un plan: voy a concursar en todos los certámenes a mi alcance y comprobaré la aceptación de mi pintura en los jurados. Si en el plazo de dos años no gano premio alguno, dejo la pintura”, explica Cecilia de Lassaletta (obsérvese lo bien que escribo el apellido para evitar su censura).  La pintora cuenta que estuvo expectante hasta que comenzaron a llegarle primeros y segundos premios, algunos terceros y unas cuantas menciones de honor. “Mi pintura convence” se dijo con satisfacción”.

         “Además he comprobado que mi pintura gusta, que se vende. Hay muchos cuadros míos vendidos por toda España,  eso es lo que de verdad estimula, que te compren tu pintura, que se pague por ella. Es la prueba clave”, añade. La artista visual recuerda algunos reconocimientos singulares de su obra: “una empresa madrileña me encargó una serie de 40 cuadros para ornamentar su edificio, porque les había llamado la atención mi pintura. Estuve seis meses encerrada para hacerlos. Los resolví en la abstracción y los clientes quedaron muy contentos. Yo también con el encargo".

         La pintura de Lassaletta ha pasado por distintas etapas, desde los bodegones y paisajes coloristas de sus inicios, a los grandes formatos en blanco y negro de la actualidad; desde sus 
pequeñas acuarelas, hasta las de más de un metro de hoy. “He pintado, además de muchos óleos,  numerosas acuarelas, porque es una técnica que me encanta. Soy muy trabajadora”, insiste la autora sin pudor. 

            El Club de Campo es su paraíso en la tierra, aunque viva cerca del parque del Retiro de Madrid, pero no es lo mismo. Allí va a solazarse, a gozar de la naturaleza y los deportes, a contemplar la línea del horizonte en los perfiles de Madrid y a reencontrarse consigo misma. Allí iba con su madre cuando vivía, porque ambas se llevaban divinamente. Cuando muestra las dependencias del Club de Campo a algunos de sus invitados al Club, -hípica, campos de tenis, de pádel, estancias de recreo,  los variados restaurantes...- lo hace con tanto entusiasmo que parece enteramente de su propiedad. Le gustan las cosas con clase y no resiste la vulgaridad, como corresponde a su noble cuna.

            Cuando el Club de Campo empezó a convocar un concurso de pintura entre sus socios, Cecilia de Lassaletta ganaba los primeros premios, hasta que por pudor profesional –en este caso sí- dejó de concursar para dar paso a aficionados, alevines y domingueros. En algunos casos ella interviene condescendientemente como miembro del jurado.

             La Tertulia Peñaltar de Madrid, dirigida por Rosa María Manzanares, dedicó un homenaje a la pintora por su trayectoria.

            Cecilia de Lassaletta es muy Cecilia de Lassaleta en el arte y en la vida. Una apisonadora arrolladora por su libertad y empeño que convence y contagia. Siempre  saca su genio creativo y a veces su genio de enfado, porque guarda algún resabio de “señorita de Jerez”. Buena amiga de Mayte Spínola, colabora con el Grupo pro Arte y Cultura, PAC, en exposiciones artísticas y en entrega solidaria. Nobleza obliga.


Más información

https://lamiradaactual.blogspot.com/search?q=Cecilia+de+Lassaletta

https://www.euromundoglobal.com/noticia/340109/cultura/cecilia-lassaletta-exposicion-de-paisajes-en-el-espacio-del-colegio-de-veterinarios-en-madrid.html

Tarde de toros con José Tomás, por Cecilila de Lassaletta





 "Maternidad", fragmento

Cecilia de Lassaletta, pintora

Cecilia Lassaletta (2021). Dibujo a plumilla por Juan Jiménez


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