domingo, 21 de octubre de 2018

Javier Abella, fotógrafo artístico, viajero, esteta exigente, luchador, claro, justo y justiciero


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Julia Sáez-Angulo


            24/10/18 .- MADRID .- Es un fotógrafo extraordinario. Sus series rigurosamente concebidas, pensadas y llevadas a efecto son arte desde la primera a la última obra, desde el principio al último detalle, porque él se revela como un profesional exigente, concienzudo, por eso se rebela contra la improvisación, la inconstancia, la laxitud o la chapuza ajena, como si no conociera la condición humana que es débil, frágil, inconstante, viva-la-virgen y hasta chapucera, porque claro, no todos somos como él y pasa lo que pasa, que se enfada y hasta se desespera ante tanto mindundi, tocapelotas, cantamañanas, robaperas y arrebatacapas, sobre todo en la Administración del Estado, de las Comunidades Autónomas y de los municipios, donde te dicen que sí y vaya usted a saber, donde te prometen algo y luego ni se acuerdan, donde quedan en tener que hablar con uno y después dan el esquinazo. Pero no hay que cortarse las venas, sino actuar de rodillo hasta que las fuerzas aguanten.

            Javier Abella Meléndez (Madrid, 1971) esta reconocido como “talento marca España” por Marca España, por algo será. Su trabajo fotográfico intensivo en distintas ciudades como Madrid, Barcelona, Granada… con su elección del negativo como imagen, ha dado lugar a los correspondientes libros que merecen el anaquel de los mejores bibliófilos y coleccionistas. Cada proyecto lleva su cúmulo de avatares, eso no se los quita nadie. Él llama a las cosas por su nombre y esto crea en ocasiones cierta perplejidad y consternación. Nadie podrá decir de él que no es un luchador.

            Su libro sobre La Alhambra, el “palacio rojo” que es lo que significa en árabe, es una belleza por la conjunción de fotografía y textos que van desde María Kodama, Ramón Massats, Rafael Guillén, María del Mar Villafranca… y hasta el mismísimo poema de Jorge Luis Borges sobre ese hermoso monumento granadino español. El fotógrafo aborda la arquitectura, el espacio, los volúmenes, arcos, ventanas, fuentes, reflejos, celosías, la luz, los almocárabes, atauriques, epigramas, geometría, tejados, jardines, fuentes… una mirada atenta para captar en el objetivo. La fotografía es un ojo que enfoca antes de pulsar el mecanismo de la máquina fotográfica. El Museo de los Orígenes de Madrid mostró esta serie tan preciosista, inaugurada en su día por la alcaldesa.

            El fotógrafo ha visitado Jordania e Israel morosamente para captar la belleza de Oriente Medio con su cámara, amén de Berlín. Ahora se trae entre manos los dólmenes de Antequera. Los veremos.

            Antes de las series de ciudades, estuvo la de Metalic Flowers –cuando descubrí al autor-, en la que Abella cambia la escala natural de las flores, las agiganta y sitúa en espacios geométricos logrando un contraste de gran belleza por su capacidad de sugerencia estética y sexual. Hubo  diálogo con artistas constructivistas como Piet Mondrian. El fotógrafo es valiente con el color y logra armonías de gran fuerza. La flor de ceibo, la flor nacional argentina, que podemos ver también en la Alameda de Málaga, ha sido fotografiada con atención por el artista, que seguidamente presenta en concentradas y bellas cajas.

            Javier Abella recurre a patrocinadores, no siempre fáciles de encontrar y difíciles en algunos casos de bregar con ellos en cuanto a plazos y enfoques. También ha acudido al micro-mecenazgo o microfounding para sacar adelante un proyecto o la edición de un libro. Esfuerzos muchas veces inusitados. La lucha por la vida, por lo que él está convencido, por la profunda conciencia del valor artístico. Su padre que cree en él a pie juntillas le echa a veces una mano, pero Javier, luchador nato, quiere salir a flote por sí solo y lo acaba logrando. Cuando colabora con el Grupo pro Arte y Cultura, PAC, lo celebramos, porque él es un buen fichaje.

            La fotografía, el arte de la luz, es en manos de Javier Abella, una línea poderosa de las Bellas Artes, junto al Cine y el Comic llegados también a ellas en tiempos recientes. Lo suyo es una experiencia visual que recrea y transmite a los  espectadores. Los coleccionistas de fotografía cuentan con ejemplares de la que lleva a cabo el fotógrafo madrileño. La fotografía que no es casual o inocua como algunos creen, sino un acto voluntario de elección de artista a través del ojo y la manipulación del objetivo.

Más información







Javier Abella

 La flor del ceibo
 Edificio Metróplis en negativo


 En La Neomudejar




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